ETERNO RETORNO

Estas historias son como lanitas sueltas que la nona va ovillando en un bollito y una vez que adquiere volumen, las va desovillando para hacer algo con todas como si fueran una sola cosa. Así son estas narraciones, dichos, frases sueltas, conjeturas patinadas por una memoria tenue que -a veces- toman forma en la mano de quien las intenta reunir.

viernes, 15 de agosto de 2014

Infinitivarles

La columna del Licenciado Emilio Notuyo en el semanario La Corneta se constituye en un material insoslayable para todo aspirante a escritor. Distintos institutos superiores de periodismo han abrevado en las salitrosas aguas que vierte su pluma. Siempre consideran valioso aprender cómo no escribir artículos. Sin embargo, la embelesada vista de la propietaria del semanario de marras tiene a bien desafiar al atento lector con la columna Doxa, del inverecundo licenciado, dícese que con el objeto de proveer textos inextricables para elegir la frase del concurso "Embocando adjetivos", que premiará al ganador con una suscripción anual más un diccionario de sinónimos y antónimos, que nunca está de más en la cartera de una dama instruida o el morral de un caballero destruido.
Esta vez, la sentenciosa pluma nos regala una afilada nota acerca de las nuevas costumbres discursivas argentinas. Sin más, como si se tratase de una inyección, sometámonos al artículo, así pasa de una vez.
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DOXA. Columna de opinión del Licenciado Emilio Notuyo.
INFINITIVARLES
Quien suscribe este opúsculo, con las disculpas hacia las damas aquí presentes, ve -o, mejor dicho, escucha- no sin un incisivo horror, una ya extensa costumbre discursiva que va ganando adeptos en nuestro entorno cercano y no tanto.
Como el atento lector de esta columna -acostumbrado a las sesudas disquisiciones acerca de las peores modas que vestimos no ya para sentirnos diferentes en la osadía sino para uniformarnos es la estulticia de una pereza mental espantosa- notará, me refiero al uso de una forma de infinitivo introductorio o fático al inicio de una oración.

Expresiones tan horribles, por no abundar en lo desacertado como:
Agradecerles haberme dado la posibilidad...
Ante todo, recordarles que mañana no hay clases...
Insistirles en que recuerden...
Informarles que se ha producido un cambio...

Detengámonos un minuto en la primera. Una expresión que de la boca de un boxeador resulta emotiva, pronunciada por un docente o legislador resulta vomitiva. Esto no menoscaba la posición del digno boxeador, pero sí denuncia palmariamente la vagancia mental de quien vive del lenguaje como herramienta fundamental. ¿Qué lleva a alguien a omitir mencionarse o mencionar la intención de agradecer? Basta con agregar al inicio algo así como quiero, quisiera para adecentar la frase. Pero no solo adecentar, prefiero enriquecer. ¿Por qué?

Porque arrancar con infinitivo lo expone menos. El incisivo lector se preguntará entonces por qué empezar una oración en infinitivo expone menos a quien la pronuncia. Porque dice mucho menos de quien la pronuncia: es etérea, flotante, no arraigada ni ensangrentada en el decidor. Quien empieza con Agradecerles etc. no nos está diciendo si desea agradecer, si quiere agradecer, si odia agradecer, si le molesta agradecer o si le cuesta agradecer. Dice agradecer y basta, lo demás lo pone el oyente. No solo lo pone el oyente, sino que el decidor da por sentado que el oyente interpretará un acto benevolente del decidor. Pongámoslo en letras:

(Quisiera) agradecerles haberme dado la posibilidad...
(Jamás voy a) agradecerles haberme dado la posibilidad...
(Cáguense si piensan que deseo) agradecerles haberme dado la posibilidad...

Sin embargo, el decidor sobreentiende hacia dónde se dirigirá el pensamiento del oyente. O quizás peor, hace todo el esfuerzo al utilizar ese modo por dirigir la actividad mental del oyente.

Cierro la nota, una vez destilado el tósigo, pensando en que quizás no sea tan grave el caso dado el uso profuso que la presidenta hace de él. Bueno, para que no dejen de comprar La Corneta digo: la presidenta y destacados de la oposición. Aclaración que no es necesaria, dado que el sagaz lector adivina que un columnista como este difícilmente se torne intransigente, dado que el mencionado partido no existe más.

Lic. Emilio Notuyo
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Una vez más Notuyo logra lo que se propone. Nos deja perplejos. Una vez más su artículo funciona como una bicicleta de spinning: nos cansa, pero no nos lleva a ningún lado.
Ya sospechamos la cataratas de correos de lectores que recibirá La Corneta este fin de semana largo, correos que al fin tal vez responda el ordenanza, el tío Javier, que se divierte copiando y editando viejas respuestas para nuevos problemas. Como lo solemos hacer toda vez que evitamos procesar el sencillo expediente de pensar.

8 comentarios:

  1. Me queda la duda de que quiso escribir el licenciado.
    Aunque es el ejemplo de lo como no hay que escribir, tiene algunos aciertos. Como esas películas clase B que son involuntariamente humoristicas. Tal vez el licenciado necesite el equivalente en la escritura de Tim Burton, para que le haga un homenaje.

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    1. El licenciado s eha prodigado una vez más en un dechado de inconsistencias. En el rejunte, algo se saca siempre.
      Lo de las películas clase B involuntariamente humorísticas cuadra perfectamente.
      Abrazo

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  2. Felicitarlo por la Copa Libertadores, don Oso!

    (Quisiera, aclaro)

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    1. Hacerle llegar mi gratitud -(Jamás voy a)- Ups, deseo!!
      Abrazo Netus

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  3. nunca vi una portada de inicio mas fea! ja.... me costó pasar, pero bueno, era para agradecerte que siempre pasas por mi lugar, así que salu2 master y a seguir escribiendo!

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    1. Me convenció de sacar la portada, che, para no espantarlo, mire.
      Igual, es siempre bienvenido acá.

      Abrazo

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  4. Reiterarle (regreso a) (quisiera) (no es redundante) (me parece oportuno) ...

    que La Corneta es una de mis lecturas más hedónicas.


    Besos.

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    1. El licenciado lo debe saber. A propósito, ¿envió ya su correo de lectores?
      Besos

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