ETERNO RETORNO

Estas historias son como lanitas sueltas que la nona va ovillando en un bollito y una vez que adquiere volumen, las va desovillando para hacer algo con todas como si fueran una sola cosa. Así son estas narraciones, dichos, frases sueltas, conjeturas patinadas por una memoria tenue que -a veces- toman forma en la mano de quien las intenta reunir.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Historia de Nicolás Elarroz o Crónica hallada en el revistero de una sala de espera y robada luego (2)

Harto evidente es que el decoro no forma parte de los hábitos más acendrados de la sociedad. Razón suficiente para velar inmediatamente datos que excedan al nombre de pila de quien habrá de ser mentado en estas páginas. Piénseselo como un joven medianamente apuesto, frente reducida por una mata saliente de pelo negro bien conjugado con el resto. Sus ojos castaños de iris lisa y contrastante navegaban de aquí para allá en el cerúleo mar orlado por pestañas perfectas que conformaban tez y esclerótica.
El figurado apellido que aquí se consigna delata aquel rasgo de su personalidad que puede juzgarse, en este siglo, como mácula de la modernidad: era y tal vez lo sea aún hoy, quién lo sabe, un monumento a la dejadez, placado al bronce de cartesianas demostraciones en su vestimenta como en su proceder.
Nicolás Elarroz -llamémosle así a los efectos de cristalizarlo en un ciudadano bien nombrado- hubo de nacer, así consta casi con certeza, un ventoso abril de aquellos años en que el diablo se paseaba por Villa Constitución regocijándose en obligar a las jovencitas a olvidar sus sostenes, mascar chicle por la calle y agraviar a los cielos vomitando unas enormes hinchazones rosadas y de sus labios temblar súbitamente y quebrarse para escándalo de las señoras que alguna vez fueron chicas de pueblo y entonces esposas de obreros de fábrica.

Su padre,Tomás -de quien por las mismas dudosas razones se guardará el apellido- provenía de una familia que encontraba su alcurnia en alguno de los nubosos próceres del primer cuarto del siglo diecinueve y que habiendo conocido tiempos demasiado mejores tuvo que avenirse a caer en una ciudad obrera, tan ajena a sus pergaminos como a su Pergamino primordial. Lo llamaremos Tomás Elagua de Elarroz, menos por abuso de humor bobo que por poner de relieve las necesidades a las que enfrentaba a fines de los sesenta cuando Onganía reivindicaba sus ideales más nunca sus bolsillos.
Del pequeño Nicolás no ha logrado el redactor registrar más datos que los siguientes:
- Cursó la primaria en la Escuela Club de Leones. Este dato está lejos de ser trivial. Por un lado revela que los Elarroz vivían al sudeste del Chapuy, no en la zona céntrica o el histórico Talleres. O, peor aún, viviendo del lado bueno del Chapuy, su condición le negaba el acceso a la Escuela Belgrano u otras más prestigiosas. Desechemos la posibilidad de que don Tomás Elagua de Elarroz haya preferido para su hijo una escuela pequeña de cuatro aulas y perdida en una manzana de barrio.
- No se destacó nunca por ser buen ni mal alumno. Es más, casi nadie lo recuerda.
- Tal vez haya hecho la catequesis en la capilla de Fátima, sobre todo por el apego a la mística canchita detrás de la construcción, óptima para eludir rivales y monjas sermoneras. Eso siempre y cuando a Tomás le diera lo mismo la capilla que la parroquia del centro.
- Asistió al secundario en la Escuela Comercial. Así lo recuerda un compañero, el Turco, al menos hasta que éste fue expulsado con acierto probablemente en segundo o tercer año.

A esta altura del relato, el lector se preguntará no sin cierto fastidio qué tiene de asombrosa y aventurera la vida de Nicolás Elarroz. Sirva para su consuelo el tiempo que ha invertido este cronista en buscar y rebuscar detalles, nimios al principio y tal vez relevantes luego, y el encomio puesto en la tarea de comunicar los azares de las venturas vividas y juzgará, el lector, que sean estos dignos de encender el fuego del asado o no.

(esto sigue, persevera y renegarás de tu decisión...)

5 comentarios:

  1. (O triunfarás…)

    :)

    Habrá que ver si asombrosas o aventureras, pero pintorescas, son.

    Al único que oí nombrar con ese apellido fue a un siciliano, un tal
    Jonás Elarroz Conquesso,
    ¿será pariente lejano, che?

    Un beso

    SIL

    ResponderBorrar
  2. La historia de este hombre lo convertirá en todo un investigador don Oso, nada fácil la misión de desentrañar este enorme misterio.
    Un abrazo.

    ResponderBorrar
  3. SIL y NETO:
    Investigaciones son investigaciones... Aun que se trate de este raro bicho.

    Aquí estamos de nuevo en la lucha. Abrazos!

    ResponderBorrar
  4. De aquí salimos todos que ni Sherlock Holmes… ;-)
    Seguimos pues…

    Muackss!!

    ResponderBorrar
  5. bueno para ser francos es primera vez que leo sobre Nicolás Elarroz, pero esta reamente interesate la informacion.

    ResponderBorrar

Dale sin piedad...